Los jardines han sido muy importantes en la Historia de Bergara.

En la ciudad actual siguen siéndolo; Bergara está rodeada por un cinturón verde, y en la estructura interna del casco histórico parques y jardines son también amplios y hermosos.

Y también muy especiales: algunas zonas verdes se conservan bien, mientras que en otros casos han sido transformados por el desarrollo urbano de las últimas décadas. Pero siendo un patrimonio original y valioso, Bergara está trabajando en su recuperación y disfrute.

 

Es obligada la visita a los pequeños jardines de la Calle Komenio, que decoran las fachadas Sur de las torres de Ondartza y Olaso.

El jardín de la torre olaso, patrimonio de gran valor 

La torre Olaso, oficialmente declarada como monumento, tiene reconocido el nivel de protección máxima. Su jardín, íntegramente, constituye uno de los rincones más atractivos de Bergara. Este jardín, situado en pleno centro del casco histórico, conserva también elementos singulares de gran valor patrimonial, entre los que destacan especialmente tres:

  • El escudo de armas de la Compañía de Jesús, que data de la época en la que el Seminario era colegio de jesuitas, y que tras la expulsión de los mismos, en 1767, fue retirado de la fachada del colegio (de la fachada original del Seminario, ya que la fachada actual es de 1867). Los vestigios más importantes que se conservan de aquel colegio de la Compañía de Jesús de los siglos XVII y XVIII son, de hecho, la iglesia del Seminario y este escudo que, aunque a día de hoy lo vemos en la torre Olaso, se encontraba en la fachada original de dicha iglesia.  
  • El escudo heráldico situado sobre el escudo de los jesuitas, bien trabajado, de época barroca, seguramente de finales del siglo XVII. 
  • El magnolio que se alza al fondo del jardín. Este árbol está declarado oficialmente singular y protegido. De hecho, el Decreto 265/1995, de 16 de mayo, del Gobierno Vasco, estableció y protegió la figura de “árbol singular” para diversos ejemplares del País Vasco. Concretamente,  de los quince “árboles singulares” declarados en los tres territorios, cinco se encuentran en Gipuzkoa.

El jardín, el más destacado de la villa, data del siglo XIX.

Además de por sus especies vegetales, destaca por sus conducciones de agua originales y la distribución espacial: un jardín inglés enriquecido con árboles espectaculares, los huertos, el espacio boscoso...

Este espléndido jardín puede visitarse.

Errotalde Jauregiko lorategia

Más conocido por la ermita de Santa Ana o por la predicación de Francisco de Borja, el de Errotalde es un jardín del siglo XIX que esconde muchas más sorpresas

y, a pesar de los cambios sufridos, mantiene elementos vegetales y arquitectónicos interesantes. Buen ejemplo de ello lo constituyen su espectacular tejo (Taxus baccata) o el puente sobre la regata de Aranerreka, en la parte trasera del palacio.

A pesar de sus reducidas dimensiones, puede ser el más apreciado.

Se trata de la primera huerta urbana convertida en jardín ornamental de un palacio en el siglo XVII.

Además, siguiendo la moda retro de la época, se construyó a imitación renacentista. Este jardín se encuentra inscrito como Bien Cultural, con categoría de Monumento, en el Inventario General del Patrimonio Cultural Vasco.

Como el de Errekalde, también éste se proyecta en el XIX. En la actualidad, la carretera lo parte en dos y ya no se aprecian las dos hectáreas que ocupaba antaño.

Conserva árboles de magnífico porte, algunos de ellos plantados a finales del siglo XIX como es el caso de su espectacular cedro del Himalaya (Cedrus deodara).

El actual jardín del Seminario data de principios del XX y sustituye al antiguo jardín inglés.

La plaza Munibe es un buen mirador para contemplar este espacio,

En el panel informativo adyacente, se puede ver una representación antigua del jardín, en la que se refleja fielmente la distribución funcional de los jardines y huertos del Real Seminario en el siglo XIX.

Esta imagen nos muestra cómo pudieron ser esos jardines que ya no existen.

Se trata de un parque, más que de un jardín, de apreciada concurrencia. Creado a principios del siglo XX como jardín del palacio Laureaga, no fue hasta la década de 1980 cuando se abrió al público.

Si bien ha perdido elementos originales como el estanque, subsisten en este espacio árboles plantados hace más de 100 años: abeto blanco (Abies alba), acacia de tres espinas (Gleditsia triacanthos), etc.