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El palacio fue mandado construir por la familia Egino-Mallea, familia muy influyente en la Bergara del siglo XVI. Fue edificado hacia 1585. La fachada principal del palacio está bien conservada y se nos muestra como magnífico ejemplo del Renacimiento manierista: la sobriedad del conjunto y las pocas concesiones hechas a la decoración, que se articula básicamente mediante la distribución rítmica y simétrica de elementos arquitectónicos de origen clásico, tales como columnas, basamentos, frontones...

Es obra del maestro Pedro de Ibarra, arquitecto culto e instruido que conocía a la perfección las corrientes arquitectónicas más en boga en la Europa de su tiempo. Prueba de ello es la excepcional fachada de este palacio, sin lugar a dudas, una de las fachadas renacentistas de mejor factura que se conservan en Gipuzkoa.